miércoles, 25 de junio de 2014

BigData para las estrategias educacionales.






La importancia de los datos masivos para seguir el comportamiento de las personas y predecir situaciones, reduciendo la incertidumbre.

Mediante algoritmos computacionales capaces de procesar grandes cantidades de información, las instituciones educacionales pueden usar la tecnología para conocer mejor a postulantes y padres o apoderados. Es lo que se denomina BigData, un término que es el resultado del desarrollo tecnológico y matemático que permiten  acopiar y cruzar información. Por ejemplo, hace seis años el número de computadores y otros dispositivos conectados a internet ya superó el número de personas en el planeta. La disponibilidad de información crece a un ritmo de 40% anual y se duplica cada dos años.

Todo lo que hace una persona en internet y las redes sociales queda registrado. Los sitios web que se visitan, los “me gusta” en Facebook, los comentarios en Twitter, las llamadas por celular, la utilización de distintos tipos de tarjetas, el uso de Smartphone, las fotos que se suben, lo que se escribe, la forma en que se usan los distintos dispositivos, lo que hagan…todo se registra. Las personas van dejando una “huella digital” cada vez que utilizan los recursos que entrega la tecnología.

La información de BigData permite tomar mejores decisiones, entender cómo se comporta la gente, planificar y predecir conductas de manera inteligente. Establecer  correlaciones, conocer tendencias y hacer proyecciones. Vivimos la cuantificación de la vida social. Al analizar los datos se revelan patrones e información de comportamiento. Una base de datos observa y mide pero lo fundamental es que esos datos sean procesados, pero también hay que saber qué hacer con ellos. Saber cómo anticiparse a las variaciones del mercado, que en el mundo de los estudiantes es cambiante y rápido.

La explicación de la utilización de BigData es muy simple: consiste en buscar patrones de las personas a partir del uso que hacen de la tecnología. Si una institución educacional recurre a los algoritmos computacionales basado en información disponible en las redes sociales se pueden identificar segmentos de la población de potenciales postulantes y crear estrategias focalizadas para ellos.

BigData no es la panacea pero es una herramienta  que tiene el potencial para ser muy poderosa. Para el 2020 existirán cerca de 50 mil millones de dispositivos conectados a la web en el mundo. El mundo de “internet de las cosas”. Todo lo que hagamos estará conectado generando miles de millones de datos factibles de ser monitoreados y analizados. Para realizar estrategias de marketing.



Usando las redes sociales en las instituciones educacionales…





Aunque las redes sociales se encuentra muy expandidas y en constante crecimiento, las instituciones educacionales están bastante atrasadas en el uso que le dan a estas herramientas, tanto a nivel corporativo como en la gestión del negocio educativo.

Los directivos y académicos tienen familiaridad con el uso de las redes sociales y las instituciones tienen presencia pero no cuentan con directrices formales o políticas sobre el uso de ellas. Del mismo modo la supervisión regular y sistemática sobre este uso tampoco está extendido y existe poco control. Lo que más se realiza son restricciones para navegación en determinados sitios web, para descargas  de programas en los computadores de la institución académica o el acceso a las redes sociales en horarios de trabajo. Lo que no se ha hecho es una labor educativa que oriente el actuar de trabajadores y profesionales.

Las instituciones que utilizan las redes sociales las usan  para apoyar y promover actividades educativas, de difusión o de posicionamiento de marca, pero donde menos se utilizan  es en el área de atención y servicio al alumno o sus padres o en gestión de reclamos, existiendo mucho desconocimiento en torno a su utilización en esta área. Para la gestión de reclamos, que en la educación es muy alta sobre todo en aspectos administrativos, casi no se usa. Seguramente a las organizaciones de educación les cuesta mucho abrir espacios de real conversación en torno a los reclamos. Quizás sea el temor de perder el control y por eso se elige no hacer nada. La incontrolabilidad de comunicar algo a través de las redes causa resistencia a usarlas de manera eficiente.

Las instituciones siguen percibiendo a las redes sociales como un medio de comunicación direccional hacia el público y no como una herramienta bidireccional que puede aumentar la productividad a través de las conversaciones con sus usuarios. Pocas organizaciones han adoptado las redes para uso interno y eficientar los procesos de gestión académica y administrativa.

miércoles, 11 de junio de 2014

La clase expositiva ya no sirve…el alumno “está en otra”



Si el profesor dice algo… los alumnos ya lo encontraron en su dispositivo antes que termine de decirlo.

Los tiempos han cambiado. Los alumnos ahora forman parte de la Generación Z. Son aquellos que nacieron después de 1994. Están en los colegios y en la educación superior. Tienen a su disposición toda la información que necesitan en Internet y se comunican todos los días en sus dispositivos móviles a través de las redes sociales. El auge de la tecnología ha cambiado la forma de enseñar. Ya no logra sus objetivos académicos el profesor que solo habla transmitiendo información desde su “olimpo expositivo”, en la sala de clases, en un proceso solamente direccional. El profesor ahora es un guía motivador para que el alumno realice su trabajo y quién debe considerar las diferencias individuales de cada alumno en su proceso de enseñanza.

Los estudiantes están interesados en discutir los contenidos, antes que llegar a clases a tomar nota lo que “predica” un profesor sobre algo que puede encontrar facilmente en internet en muy poco tiempo. A los alumnos escuchar y copiar les parece poco útil cuando existen todas las redes a su disposición. En la sala de clases, el profesor debe utilizar todos los recursos que le entrega la tecnología a través de un proceso participativo y como gestionador de acciones de aprendizaje.

Los alumnos son los protagonistas de su aprendizaje. Aprender. Hacer. Volver a aprender con lo hecho. En un mundo donde la comunicación es bidireccional no aceptan que educarse sea una conferencia permanente de parte del profesor. Acostumbrados a obtener respuestas de manera rápida los actuales estudiantes son más ansiosos y dispersos. Es menos focalizado porque está lleno de motivaciones paralelas. Generalmente no está escuchando cuando el profesor habla y habla. Entre más sobrecomunicación tienen más dispersos se vuelve. Son propensos a las incoherencias y a las contradicciones y viven en la desvalorización y la desconfianza. Incisivos y desafiantes.

Donde todo su mundo es inmediato, los estudiantes reciben muchos contenidos pero no son capaces de focalizar, reflexionar, profundizar y ser inquisidores o curiosos. Como la tecnología les ha facilitado la vida creen que todo es fácil. Les cuesta ser esforzados y son muy sensibles al fracaso. Tienen baja tolerancia a la frustración. Por otra parte, son proactivos y apasionados si la causa les parece correcta y si son motivados eficientemente por parte del profesor a trabajar en proyectos concretos se obtienen mejores respuestas.

Los académicos necesitan ser flexibles para observar, ser dinámicos en sus clases y adaptarse rápidamente a la realidad de sus alumnos.  Ser creativos y generar creatividad emprendedora en los estudiantes. Y lo más importante: ser exigente con ellos porque el mundo donde saldrán a trabajar es exigente y competitivo. La misión educativa es enseñarles a desarrollar habilidades personales y profesionales para poder enfrentar la realidad laboral que encontrarán.

Quizás, aplicar el antiguo y conocido esquema usado en la publicidad AIDA (S): crear la atención del alumno por parte del profesor, gestionar el interés de participar, fomentar el deseo de hacer un trabajo solicitado, generar la acción inmediata y finalmente lograr la satisfacción de ambos al obtener resultados positivos, es la clave actual para enseñar bien a los alumnos en los tiempos actuales.

Para enseñar y aprender…hay que romper huevos




La repetida frase de “aprender haciendo” es mucho más efectiva que los modelos teóricos que muchos académicos todavía aplican en sus salas de clases, ya que la información se retiene con mayor eficiencia cuando se aprende en un contexto práctico. Las clases efectivas tendrán como base la experiencia diaria gracias al ejercicio, enseguida los contenidos se entregan en formato de coaching y mentoring. El resto, serían los tradicionales contenidos téoricos en base a la reflexión y la discusión del tema en cuestión. Participación bidireccional de profesor y alumno. Educación y formación para el alumno del siglo XXI.

La curva del olvido de Ebbinghaus dice que las personas olvidan el 50% de lo enseñado en un día, a menos que se tenga la oportunidad de ponerlo en práctica. Por eso la enseñanza tradicional no logra resultados en los sobrecomunicados alumnos actuales, la generación Z, nacidas después de 1994. Si se utilizan todos los recursos que otorga la tecnología en el momento que se necesitan y mediante distintos canales, los alumnos aprenderán en su contexto los contenidos que se le entregan.

Los profesores deben diseñar sus clases en acciones que ayuden a desarrollar el potencial del alumno, según sus capacidades propias, involucrando nuevas experiencias de aprendizaje, nuevos roles y nuevos canales de aprendizaje, como la tecnología móvil. Reunir experiencias prácticas como aportes de conocimientos. Para desarrollar las capacidades y que un alumno asuma una posición de mayor complejidad lo más efectivo es hacer un tratamiento de contenidos que cuente con coaching trabajando el entendimiento de las competencias en las que el alumno tiene que avanzar para ser efectiva. Apoyado por un mentoring presencial u online para desarrollar  habilidades y competencias particulares.

La forma más efectiva de desarrollar un aprendizaje de habilidades y conocimiento en los alumnos es a través de la experiencia concreta en ejercitaciones en ambientes de aprendizaje, donde cada alumno es un actor relevante de su desarrollo educacional y quién debe hacerlo según sus capacidades en aspectos de su propio progreso. Cuando el alumno toma conciencia se generan las herramientas y material de desarrollo, empoderándose de su propio aprendizaje.

Cuando los alumnos se convierten en dueños de su propio crecimiento el profesor los va guiando y este va descubriendo sus capacidades. Menos énfasis en la entrega de contenidos teóricos que se olvidan fácilmente y más enfoque en cómo se le ayuda y habilita para que aprovechen al máximo el aprendizaje que extraen de sus experiencias.

La responsabilidad personal del alumno, el hacerse cargo y la proactividad son esenciales en el crecimiento educacional si se crea un clima donde el estudiante se sienta motivado por aprender más y comprenda que su proyección en el mercado depende de esas habilidades que le permitan competir eficazmente.